El autor de este artículo es investigador de carrera y también un intruso que a veces realiza incursiones en el mundo de la literatura al osar escribir sobre temas recurrentes de poesía, tales como el amor y el desamor, la vida y el paso del tiempo, o la tierra que le vio nacer.

En 2015 tuve el placer de conocer en una feria de poesía de mi Soria natal al que se convertiría en mi amigo y antagonista, Silvano Andrés de la Morena (SAM), un consagrado escritor que goza con la lectura de artículos de divulgación científica y desde 2015 publica libros de poesía sobre física. Sí, sobre física… Un tema que mucha gente podría considerar un poco inadecuado o incluso inicialmente aburrido para un género literario como la lírica.

SAM tiene en su haber dos poemarios sobre física recogidos en dos obras editadas y comercializadas, La Física del Ser (Huerga y Fierro, 2015) y El Universo en Octosílabos (Huerga y Fierro, 2021). Me remitiré a una de las tantas citas célebres con las que cuentan ambos libros: “No sé cómo hacer germinar la planta ni cómo favorecer ni cuidar su crecimiento: solo presiento o deseo que tenga hojas de poesía o algo que se transforme en poesía si la miran ciertos ojos”, de Felisberto Hernández. SAM ha sabido indagar y aprender de aquella planta que es la física y de sus ramas, tales como la astrofísica, la física de partículas y la historia de la física, y encontrar la manera de poder, además de verlas, describirlas de forma bella, con ojos de poeta.

En los dos libros de SAM se solapan algunos de los temas de física. La Física del Ser es un poemario más intimista, donde un observador en primera persona, que es el Ser, el hombre, el escritor y el científico, analiza y se cuestiona sobre las leyes de la física, sobre el universo, su nacimiento y su evolución, y sobre el papel de la humanidad en todo ello:

Estamos en una ruta. Como todo / en el mundo. Eso sí, / la nuestra se traza en el vagón de cola.

Tengo la duda (¡Qué le vamos a hacer!) / de si el Universo, ajeno a toda circunstancia, / conjuga solo en presente.

En El Universo en Octosílabos, el observador en primera persona desaparece y surge el juglar que cuenta en tercera persona un romance sobre la historia del universo, desde su origen hasta nuestros días. Aborda varios sucesos claves en la historia del universo, como el surgimiento de las partículas elementales, los átomos, la formación de las estrellas, los planetas, hasta el origen de la vida en la Tierra y del ser humano con su consciencia:

…en ese primer segundo, / las cuatro fuerzas que antes / estaban todas unidas / cual comparsas muy tenaces, / la fuerte y la gravedad, / más la débil que no falte, / y la electromagnética, / van ya todas a su aire, / cada una por su senda / haciendo su tarea aparte.

Aquellas primeras estrellas/ que se fueron encendiendo, / ardientes y gigantescas, / fusionaban con su celo / elementos de la tabla / hasta llegar al hierro…

El homo sapiens se lanza / hacia nuevas peripecias / y cada vez se notaba/ mucho más sus diferencias…

En ambos libros se explican teorías científicas con rigor. Se entiende que SAM ha hecho un tremendo esfuerzo para comprender los complejos temas sobre los que escribe y se ha dejado asesorar, como indica en los agradecimientos, por catedráticos en ciencias. En algunos poemas se citan los nombres de grandes científicos que revolucionaron nuestro entendimiento del mundo: Max Planck, Albert Einstein, Niels Bohr, Charles Darwin o Vera Rubin. Esta última contribuyó con el descubrimiento de la materia oscura. En el libro de El Universo en Octosílabos se incluye una de sus citas célebres más conocidas: “Nos hicimos astrónomos pensando que estudiábamos el universo y ahora nos enteramos de que tan solo estábamos estudiando el 5 % de lo que brilla en él”. En La Física del Ser también hay una cita célebre del matemático Paul Dirac: “En ciencia, uno intenta decir a la gente, en una manera en que todos lo puedan entender, algo que nunca nadie supo antes. La poesía es exactamente lo contrario”. Entonces, ¿cómo ha conseguido SAM utilizar temas tan complejos de física para escribir dos poemarios? Porque detrás de la física hay preguntas aún más difíciles de contestar, verdades que difícilmente pueden ser entendidas por el ser humano. SAM evoca esas verdades a través de sus versos y pareciera que con sus dos obras quisiera asemejarse a Santo Tomás de Aquino con algunas de sus vías, al llevar al lector de manera más precisa y elocuente hacia los dos límites temporales del universo conocidos.

Con sus dos obras, SAM nos hace saber que lo que el ser humano puede percibir es la materia ordinaria que constituye tan solo el 5 % del universo, que la Tierra no es el centro de la Vía Láctea ni la Vía Láctea es tampoco el centro del universo, y que la vida humana en la Tierra constituye tan solo una ínfima fracción del tiempo que lleva el universo existiendo, que es aproximadamente 13 mil millones de años. ¡Con sus dos obras, SAM nos hace ser conscientes de lo insignificante y pequeña que es la existencia humana comparada con la del universo! A pesar de este mensaje tan desgarrador, la obra puede considerarse un elogio a aquellos científicos que, a pesar de las grandes dificultades, llegaron a descubrirnos esa realidad. ¡Fueron extraordinarios dentro de la materia ordinaria! Considerando la escala temporal del universo frente a la humana, puedo decir que, no hace mucho, en la antigua Grecia clásica, filosofía y ciencia iban juntas de la mano. SAM parece querer reconciliarlas en estas dos obras. Escribiré aquí una de las citas célebres de uno de los filósofos más reconocidos de aquella época, Sócrates, no incluido en ninguna de las dos obras de SAM: “Solo sé que no se nada”. Como SAM insinúa en sus poemarios, a la humanidad nos queda aún mucho por descubrir.

Daniel Martín Jiménez, ICMAB-CSIC

Instituto de Análisis Económico (IAE)
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