Un estudio concluye que si esperamos a la segunda mitad del siglo XXI para aplicar bioenergía con captura y almacenamiento de carbono, los objetivos del Acuerdo de París no se alcanzarán ni siquiera en el año 2200. Las olas de calor y la menor disponibilidad de agua reducen la producción agrícola y del residuo de biomasa, la materia prima esencial de las tecnologías con bioenergía. El último informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) considera la bioenergía con captura y almacenamiento de carbono clave para reducir el calentamiento global.

El último informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) considera la bioenergía con captura y almacenamiento de carbono -la BECCS por sus siglas en inglés- un proceso clave para reducir el calentamiento mundial. Sin embargo, en el artículo Delayed use of bioenergy crops might threaten climate and food security publicado en la revista Nature, un grupo internacional de investigadores advierte que si las BECCS no se implementan con urgencia, antes del 2040, no serán capaces de capturar y almacenar el carbono necesario para reducir drásticamente los gases de efectos invernadero.

El estudio insiste en que, si la aplicación de BECCS se retrasa hasta la segunda mitad del siglo XXI, los mismos efectos perjudiciales del cambio climático (sequía y olas de calor) limitaran el rendimiento agrícola y, como consecuencia, se reducirá la producción de biomasa (materia orgánica resultante), justamente la materia prima esencial para producir bioenergía. Por lo tanto, los BECCS ya no tendrán tanta capacidad de capturar y almacenar carbono. En este contexto, si se implementan tarde, el estudio afirma que no se podrá asegurar que en el año 2200 se alcance el objetivo del Acuerdo de París de limitar el calentamiento global a menos de 2°C respecto a los niveles pre-industriales.

El estudio además añade que en el caso que las BECCS se implementen tarde, esta menor productividad de los cultivos podría obligar a expandir las tierras agrícolas, aumentar el uso de fertilizantes y, como consecuencia, a aumentar las emisiones de gases de efecto invernadero, acelerando aún más el cambio climático. Se produciría un bucle de retroalimentación sobre el calentamiento global hasta ahora no contemplado.

En el trabajo publicado en Nature, liderado por el Prof. Rong Wang de la Universidad de Fudan (Shanghai, China), han intervenido el investigador del CSIC y del CREAF Josep Peñuelas y el investigador del CREAF Jordi Sardans. Su conclusión es contundente: “Si retrasamos la tecnología de bioenergía con captura y almacenamiento de carbono hasta 2040 o 2060, en el año 2200 el calentamiento global ascenderá entre 1,7 y 3,7°C porque dispondremos de menor cantidad de la biomasa necesaria”, asegura Josep Peñuelas. Un contexto que pone en peligro la estabilidad climática y amenaza la seguridad alimentaria mundiales.

“Nuestros hallazgos refuerzan la urgencia de una mitigación temprana, preferiblemente para 2040, para evitar un cambio climático irreversible y crisis alimentarias graves, a menos que otras tecnologías de emisiones negativas estén disponibles en un futuro cercano para compensar la capacidad reducida de BECCS”, añade Jordi Sardans.

Una mayor brecha alimentaria

Si a este contexto le añadimos la demanda sostenida de alimentos en el mundo, de nuevo el calentamiento global se dispara. La necesidad de alimentos nos llevará a expandir las tierras agrícolas, a intensificar su fertilización con nitrógeno, a cambiar los usos de los bosques y a reforzar la exportación de alimentos como el trigo y el arroz, todas ellas actividades relacionadas con la emisión de gases de efecto invernadero. Para contribuir a revertir la situación, el equipo de investigación insiste en implementar tecnologías BECCS antes de 2040, a menos que se disponga de otras tecnologías de emisiones negativas en un futuro próximo.

Si bien la relación entre cambio climático y suministro de alimentos varía de una región a otra, el estudio concluye que si la aplicación de BECCS se retrasa a 2060, en el año 2100  aumentarán de los 81 actuales a 90 los países en desarrollo con brecha alimentaria positiva  (calorías per cápita por debajo del nivel de malnutrición de 1.5 Mcal d-1). Asimismo, se ha calculado que exportar trigo, arroz y maíz para reducir el hambre desde regiones desarrolladas como América del Norte, Europa y China hasta zonas menos desarrolladas, requeriría niveles de exportación entre 2 y 80 veces mayor que los actuales dependiendo de la región y cultivo, es decir en algunos casos demasiado grande para ser plausible.

Bioenergía con captura y almacenamiento de carbono

La tecnología BECCS supone extraer bioenergía de la biomasa en formas útiles (electricidad, calor, biocombustible etc.) y, a continuación, capturar y almacenar el carbono eliminándolo de la atmósfera. Parte del carbono de la biomasa se convierte en dióxido de carbono (CO2), que puede almacenarse mediante secuestro geológico o aplicación terrestre. Ello permite eliminar CO2 de la atmósfera y reducir el efecto invernadero de este gas y, por ello, se la llama una tecnología de emisiones negativas.

Referencia:

Delayed use of bioenergy crops might threaten climate and food security. Siqing Xu, Rong Wang, Thomas Gasser, Philippe Ciais, Josep Peñuelas, Yves Balkanski, Olivier Boucher, Ivan A. Janssens, Jordi Sardans, James H. Clark, Junji Cao, Xiaofan Xing, Jianmin Chen, Lin Wang, Xu Tang & Renhe Zhang. Nature, 2022. doi: https://doi.org/10.1038/s41586-022-05055-8

Ubicación en el Bierzo donde se desarrolló una plataforma experimental de captura de CO2 hace unos años.

Ubicación en el Bierzo donde se desarrolló una plataforma experimental de captura de CO2 hace unos años.