Situada en la parte alta de la montaña de Montjuïc, la obra fue un desafío estructural. El edificio acoge el segundo herbario más grande de España. Coincidiendo con el aniversario, el IBB ha firmado un nuevo convenio donde se redefine como centro mixto del CSIC y del Museu de Ciències Naturals de Barcelona
El Instituto Botánico de Barcelona (IBB) está de celebración. Este año 2023 se cumple el 20 aniversario de la inauguración del edificio que ocupa actualmente, obra del arquitecto Carlos Ferrater Lambarri, ganador de diversos premios de arquitectura.
El singular edificio del IBB está ubicado en la parte más alta de la montaña de Montjuïc, y cuenta con una vista panorámica espectacular de la ciudad de Barcelona y de las montañas de la Sierra Prelitoral. El edificio, situado en una parcela en la parte alta del Jardín Botánico, alberga instalaciones de laboratorios y despachos, el segundo herbario más grande del estado, una sala de exposiciones y un pequeño auditorio.
Coincidiendo con el aniversario, este pasado mes de noviembre se firmó el nuevo convenio, donde el IBB se redefine como un centro mixto del CSIC y el Consorcio del Museo Ciencias Naturales de Barcelona.
Del nacimiento del Instituto al nuevo edificio
Aunque el Instituto Botánico de Barcelona tiene casi 150 años de historia, con su origen en el Museo de Ciencias Naturales, no fue hasta el año 1934 que se afianzó como institución con edificio propio. Cuando, en 1930, se empezaron los trabajos de construcción del jardín botánico histórico, aprovechando las canteras de La Foixarda, el IBB se trasladó también al jardín, a unas casetas reutilizadas de la Exposición Internacional de Barcelona de 1929.
Durante la década de 1940 y hasta la de 1980, el Instituto fue un centro de gestión municipal, aunque asociado al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). En este periodo, el Instituto fue impulsado por botánicos ilustres como Pere Montserrat y Pius Font i Quer, responsables de su consolidación y del progreso de la botánica.
Sin embargo, es en la década de 1990 se plantea buscar una nueva forma al Instituto y cambiar su categoría. En 1998 se firmó un nuevo Convenio, según el cual el centro pasaba a convertirse en un Centro Mixto, formado por el CSIC y el Ayuntamiento de Barcelona. En el marco de este nuevo convenio, único entre los centros del CSIC en tener una corporación local diferente a una universidad, se plantó un granado en la parcela del jardín que el ayuntamiento cedió al Instituto. Se le encargó entonces al arquitecto Carlos Ferrater la construcción de un nuevo edificio, coincidiendo con las renovaciones del nuevo Jardín Botánico.
Un edificio de cambios
El inicio de la obra, en 1998, representó un gran desafío estructural: el terreno, históricamente utilizado para el almacenaje de escombros, no ofrecía un fundamento sólido para soportar el peso del edificio proyectado. Para solucionar esto, se erigieron una serie de pantallas y una gran fosa de hormigón para anclar el edificio a la montaña actuando como contrapeso estructural, y a la par como gran contenedor para el depósito del herbario que alojaría el centro. Tras un aumento del presupuesto inicial, negociación en la que intervino Jorge Fernández Díaz, por aquel entonces Secretario de Estado de Educación y Universidades; y tras cuatro o cinco años de obras, se inauguró el edificio, con la presencia del Ministro de Ciencia y Tecnología en la época, Josep Piqué, el alcalde de Barcelona, Joan Clos, y el presidente del CSIC, Emilio Lora-Tamayo. En el año 2008 se ratificó el convenio, que coincidió con la exposición Salvadoriana dedicada al gabinete de curiosidades del siglo XVII que se custodia también en el IBB.
El edificio se construyó pensando en la investigación y en el patrimonio del antiguo edificio, y se proyectó para permitir continuar con la actividad investigadora, de manera que integrara ya en el diseño la presencia de laboratorios moleculares, instalaciones muchas veces añadidas a posteriori en otros edificios.
La integración de la investigación
El edificio del IBB, de 3.300 metros cuadrados divididos en tres plantas hechas de hormigón y vidrio, y rematadas con acero, corona el jardín, casi en la cima de la montaña de Montjuïc. Sus ventanas y vidrieras dan a los caminos que se expanden hacia la ciudad.
Por encima del herbario soterrado se erigen las dos plantas superiores: a nivel de suelo, un espacio dedicado a las exposiciones y otros espacios públicos, además de la sala polivalente y un museo, de vidrio transparente. Ya en la planta superior se ubican las oficinas de los investigadores y los laboratorios.
Los pisos ya distribuyen de forma clara las dos vertientes del Instituto: la investigación con sus oficinas y laboratorios; y el patrimonio, con el herbario y el Gabinete de curiosidades Salvador. Parte del patrimonio se constituye también a modo de biblioteca pública y el archivo, con un fondo de libros perteneciente al Ayuntamiento.
El edificio tiene una clara vocación de integración en el paisaje, con el tono relativamente natural del acero corten, su baja altura y la planta soterrada de manera que no crea un gran impacto visual en el entorno. Se refleja así el trabajo que se realiza en el interior, asociado siempre con el medio natural. “El recogimiento que brinda el edificio del IBB, por su localización y características favorece mucho nuestra actividad investigadora. Es un privilegio tener esta tranquilidad con este concepto de edificio y en un espacio semi-natural.” explica Jesús Gómez-Zurita, director del instituto.
El IBB es hoy en día un edificio moderno que acoge y permite a su vez una investigación también moderna, que combina trabajo de oficina y de laboratorio. La construcción del edificio ilustra el cambio extremo de Montjuïc de tierra de escombros a centro de investigación, de creación de conocimiento, un cambio transformador del uso que se ha hecho de este espacio durante la historia de la ciudad.
Nuevo convenio
Coincidiendo con el aniversario, este pasado mes de noviembre se firmó el nuevo convenio del Instituto para la próxima década. En este nuevo convenio, el IBB se redefine como un centro mixto del CSIC y el Consorcio del Museo Ciencias Naturales de Barcelona.
El convenio permitirá ligar el herbario, recurso botánico municipal, con la investigación del CSIC de manera directa, enlazando el patrimonio y la experiencia del estudio del mismo. El edificio, por su parte, permite esta relación, alojando un herbario de gran tamaño y uniendo en el mismo espacio su mantenimiento y la investigación activa sobre la botánica en el sentido más amplio.
Departamento de Comunicación – IBB

El edificio actual de Instituto Botánico de Barcelona / Fuente: Alicia Alcaide