Un equipo del Centro de Estudios Avanzados (CEAB-CSIC) ha llevado a cabo un estudio sobre las percepciones de la sociedad respecto a los ecosistemas del Delta del Ebro, complementario a la investigación ecológica que realiza en la zona. Los resultados se presentaron en el 7th International Marine Conservation Congress, celebrado en Sudáfrica, donde se enfatizó la necesidad de que las iniciativas de conservación cuenten con el conocimiento y la implicación de las poblaciones locales.
El estudio recopiló, mediante entrevistas presenciales y encuestas en línea, las percepciones de más de 360 personas sobre los distintos ecosistemas del Delta del Ebro. Entre ellas, se incluyen tanto residentes como no residentes (de otras zonas de Cataluña, del resto de España y extranjeros). A nivel profesional, se consultó, entre otros, a trabajadores del sector primario y del sector servicios (de gran peso en la zona), a gestores del territorio y personal administrativo del Parque Natural, a representantes políticos, a personal investigador y a miembros de entidades ecologistas. En cuanto a la edad, el 85% de los encuestados se sitúa en la franja de los 30 a los 70 años.
Inicialmente se les preguntó cuáles son los tres ecosistemas que más asocian con el Delta. Luego, se les pidió clasificar una serie de fotografías de diferentes entornos (ej. dunas, arrozales, plantas marinas, pinares, bosques húmedos) según si creen que pueden encontrarse en la zona o no. También se indagó si consideran que estos entornos son beneficiosos para la protección de la costa frente a perturbaciones y si conocen otros beneficios, como la captura de carbono o la provisión de hábitat y alimento para numerosas especies. Finalmente, se les solicitó clasificar los ecosistemas mostrados según los perciben como más o menos naturales, y expresaron su visión de futuro deseada para el Delta del Ebro.
Entre los datos obtenidos, destaca el amplio reconocimiento entre todos los participantes de los ambientes como propios del Delta del Ebro, excepto en un caso: el de las plantas marinas, que son menos identificadas como características de la zona, a pesar de que cubren grandes áreas del fondo de las bahías de los Alfaques y el Fangar. Aquí ya se observa una gran diferencia entre residentes y no residentes: la mayoría de los participantes que sí reconocen como propias del Delta las praderas marinas mostradas en las imágenes son vecinos de la zona.
Lo que sí se conoce de forma similar son los beneficios de la vegetación —tanto emergida (de dunas, humedales, marismas…) como sumergida (praderas marinas)— en la protección de la costa frente a temporales y otros fenómenos extremos. El 75% de los participantes, con una representación similar de residentes y no residentes, es consciente de la capacidad de los ecosistemas para proporcionar este y otros beneficios a la sociedad (los denominados “servicios ecosistémicos”). Este resultado sorprendió al equipo, dado que estudios anteriores (y algunas entrevistas específicas realizadas en esta investigación) apuntaban a cierta desconfianza por parte de la población hacia las soluciones basadas en la naturaleza.
Otro resultado valorado como muy positivo por los investigadores es que todos los participantes coinciden en querer proteger el Delta y manifiestan un gran aprecio por el territorio. Sin embargo, aunque comparten el objetivo de preservarlo, proponen formas distintas de lograrlo. Mientras que la mayoría de no residentes se inclinan por medidas que limiten al máximo la actividad humana, la mayoría de residentes abogan por actuaciones que permitan conciliar dicha actividad con la preservación. Las personas que viven y trabajan en el Delta se sienten parte inherente del paisaje y lo consideran como algo que ayudan a moldear. Un ejemplo es la percepción de los arrozales: mientras que quienes no residen en la zona los ven como artificiales, los residentes los consideran semejantes a otros entornos como las lagunas, las dunas y las plantas marinas, es decir, los valoran como naturales.
Jordi Pagès, investigador del CEAB-CSIC y coordinador del estudio, afirma que contar con esta información es relevante porque las dos visiones divergentes entre residentes y no residentes pueden influir en cómo gestionar el Delta. Subraya que “cualquier iniciativa de conservación debe tener en cuenta las percepciones de las personas, especialmente de las del territorio, para estar bien diseñada y también para que se impliquen en su desarrollo, logrando así que tenga éxito. Contar con el conocimiento y la complicidad de la población local es imprescindible”.
Aina Alemany, también investigadora del CEAB-CSIC y miembro del equipo del estudio, destaca que, en términos generales, los resultados y las percepciones expresadas por los participantes coinciden con las evidencias científicas recopiladas por diversos grupos de investigación tras años de trabajo en el terreno. “Por poner dos ejemplos, la mayoría de la gente relaciona claramente la falta de llegada de sedimentos con la gestión del río Ebro. También conocen y valoran gran parte de los beneficios que nos proporcionan los entornos naturales propios de esta zona”.
Otra cuestión relevante señalada por el equipo es la imposibilidad de regresar al Delta del Ebro de los recuerdos de infancia, expresada por la mayoría de las personas. Jordi Pagès explica que “los deltas son ecosistemas muy dinámicos, en movimiento y constante cambio. Tenemos que resolver cuán incómodos nos sentimos con ese dinamismo; no podemos pretender un equilibrio inmóvil en este tipo de sistemas, que nunca han sido así”. En este sentido, el investigador retoma las palabras de uno de los entrevistados, quien señalaba que querer fijar el Delta en un punto, con una imagen concreta, implicaría intervenciones drásticas y artificiales que, paradójicamente, provocarían que dejara de ser el Delta.
Finalmente, los investigadores reconocen que las diferencias en las percepciones de la población local y foránea, especialmente en relación con la visión de los entornos y las formas de conservación, complican la gestión de este espacio natural, ya de por sí muy compleja por, entre otros factores, el aumento de la intensidad de los fenómenos extremos y el resto de impactos del cambio global.
Las conclusiones de este estudio ya se han presentado en el 7th International Marine Conservation Congress, celebrado en Sudáfrica en octubre, donde se abordó la necesidad de iniciativas de conservación que cuenten con el conocimiento e implicación de las poblaciones locales. También se han compartido con el Parque Natural del Delta del Ebro, con el cual el equipo de investigación colabora habitualmente.
Mas información, en este enlace (seminario abierto de la plataforma Prismàtic en el que el investigador principal explicava las conclusiones del estudio): https://www.youtube.com/watch?v=5QqKEb105CI

Imagen del Delta del Ebro desde un dron (Jordi Pagès / CEAB-CSIC)